Cuando ayunéis, no os hagáis los decaídos, como los hipócritas, que descuidan su apariencia para mostrar a los hombres que ayunan. De cierto os digo dice Dios, que tienen su recompensa. Mateo 6: 16
Pero tú cuando ayunes unge tu cabeza y lávate la cara, de modo que no muestres a los hombres que ayunas sino a tu padre que está en secreto. Y tu padre que ve en secreto te recompensará. Mateo 6: 17-18

El ayuno cuando se complementa con la oración es la puerta para la comunión con el Altísimo. El señor se agrada en la oración, el ayuno y las buenas obras.
¿Qué no debéis hacer durante el ayuno?
El ayuno es un tiempo para estar con Dios. No debes discutir o tener problemas pendientes. A no ser que uses el ayuno para pedir al señor resolver alguna situación que amarga tu corazón.
El ayuno no te será aceptado si tienes el corazón orgulloso, si no has perdonado a tu hermano o a tu enemigo. Si pudiendo aliviar la necesidad del pobre pasaste de largo ante él.

Antes de ayunar mírate por dentro y ve que estás haciendo mal. Ora primero por el perdón de tus pecados. Humíllate ante Dios. Solo entonces el Señor bajará sus ojos y oídos hacia ti.
¿Porqué tus oraciones y el ayuno no producen resultado?
La limpieza del corazón es lo que hace que tus oraciones sean escuchadas. Los tiempos de Dios son perfectos y nada de lo que te prometió dejará de cumplirse. Pero a veces eres tú mismo quien estancas las promesas de Dios haciendo lo malo a sus ojos.
No todo lo que haces agrada a Dios y tienes que aprender a distinguir las cosas que son pecado y parecen que no lo son. Cuídate del enojo, y de las miradas torcidas. Eso proviene del mal. Cuando te enojas haces y dices cosas que no dirías en un día corriente, porque aflora lo que se oculta en tu corazón.

El ser humano está sujeto a pasiones violentas. No podemos negar que a veces nos invade la ira y pensamientos terribles cruzan nuestra conciencia. Es por eso que cuando nos enfadamos debemos respirar hondo y orar para que los malos pensamientos se vallan.
Si te gana la ira las palabras que salgan de tus labios labrarán tu propia ruina. Las palabras dichas en momentos de enfado, son como flechas en el viento van veloces y pueden herir y matar.
Lo peor es que el daño hecho no se puede remediar. Porque el que recibe la herida puede perdonarte; pero no olvidará lo que hiciste. Y cosas como esas son las que destruyen un matrimonio y separan a las familias.
Por eso cuando te enojes mide cada una de tus palabras o calla. Cuando callas no puedes dañar a los demás ni a ti misma, y lo que parece no tener solución en ese momento, ya verás que se resuelve sin que hieras a nadie aunque alguien te haya herido a ti.
La diferencia entre los otros y tú es que puedes perdonar; porque es tu naturaleza como buena cristiana. Eres tú quien tiene que dar el ejemplo de cordura, inteligencia y sencillez; en el poderoso nombre de Jesús.
Aquí te dejo un video sobre el ayuno que edificará tu Fe.
Gloria a Dios Amén.